Alfonso Jaime Martínez Lazcano
La búsqueda de una Europa soberana e independiente enfrenta desafíos significativos. Esto se debe a la creciente interdependencia, la necesidad de recursos que no posee y la falta de una voluntad política propia. Si bien la Unión Europea ha avanzado en diversas áreas de integración, aún enfrenta presiones y condicionamientos externos que limitan su capacidad de tomar decisiones autónomas.
Parte de los retos de Europa radican en sus propios gobiernos, carentes de popularidad por tomar decisiones antidemocráticas y adversas a los intereses de la ciudadanía. Estos gobiernos se encuentran subordinados a la influencia de Estados Unidos. Además, Europa carga con un pasado de conquista y saqueo de las riquezas de los pueblos sometidos en América y África, a menudo con el apoyo de gobiernos corruptos. Hoy en día, Europa parece «colonizada políticamente», lo que se refleja en un «pensamiento occidental» cada vez más decadente y engañoso.
La Unión Europea ha ido perdiendo relevancia como actor geopolítico. Su camino hacia la plena soberanía se ha visto obstaculizado por diversos factores, entre ellos la dependencia económica, las presiones políticas y las asimetrías de poder en el sistema internacional.
Una de las principales limitaciones a la soberanía europea es su elevada dependencia de los mercados y flujos económicos. Esto la vuelve vulnerable a crisis como la financiera de 2008 o la pandemia de COVID-19, donde la capacidad de Europa para responder de forma autónoma se vio restringida y la guerra idiota en Ucrania que solo sirve para destruir infraestructura desarrollada en años; el ya alto número muertes de inocentes y poner en riesgo la propia existencia de la humanidad, esto, a pesar de que Ucrania no es un país que pertenezca a la Unión Europea ni miembro de la OTAN, en contrapartida, no ven el genocidio en el medio oriente ni actúan.
Más allá de los aspectos económicos, Europa también enfrenta presiones y condicionamientos políticos y geopolíticos. La influencia de Estados Unidos sigue siendo relevante en ámbitos como la seguridad y defensa, a través de iniciativas como la OTAN. Incluso, el presidente estadounidense se ha jactado del apoyo de países europeos para respaldar sus guerras e intervenciones militares, lo que refleja el grado de subordinación de algunos gobernantes europeos a la agenda geopolítica estadounidense.
Asimismo, el surgimiento de potencias emergentes como China supone un nuevo desafío, ya que Pekín busca ampliar su influencia en Europa, mientras que los gobernantes europeos entran en conflicto con sus propios intereses al replicar las políticas proteccionistas de Estados Unidos.
Para afirmar su soberanía, Europa deberá avanzar en la integración política, económica y de defensa, reduciendo su vulnerabilidad y dependencia respecto a actores externos. Además, deberá fortalecer su capacidad de negociación y de proyección de poder en el sistema internacional. Solo así podrá Europa convertirse en un actor geopolítico verdaderamente soberano e independiente, respetando a todos los países y aplicando decisiones democráticas orientadas a la paz.